Por Tarneem HammadEste articulo ha sido enviado por nuestros compañeros de  No Somos Números.

Solidaridad con la Flota Pesquera de Gaza se siente orgullosa de presentar la última historia de la serie elaborada por un equip de jovenes periodistas palestinos.

Rashad Al-Hissi

TESTIMONIO DE RASHAD AL-HISSI

Recuerdo que el día 4 de enero, miércoles, fui a pescar acompañado de trece personas, entre primos, hijos y sobrinos a la altura de Beit Lahiya, al norte de Gaza. Tengo dos barcos. Uno permanece anclado mientras el otro pesca en paralelo. Cuando encendemos las luces antes de iniciar la faena, los peces – que adoran las aguas calmas – nadan hasta colocarse en el espacio que dejamos entre ellos. 

Todos excepto mi primo Mohammad Al-Hissi, se quedaron en el barco que permanecía anclado en el límite de cuatro millas impuesto por los israelíes pero él navegó mar adentro hasta alcanzar las cinco millas, es decir, todavía dentro del área permitida. Los dos barcos, a 250 metros de la frontera israelí. Siempre hay patrullas israelíes por la zona, e incluso estamos acostumbrados a recibir disparos. Por supuesto, eso no nos impide pescar. Pero esta vez fue diferente.

Yo, que ya me voy haciendo viejo, me quedé en casa. A las dos mi mujer me despertó gritando. ¿Qué ocurre?, pregunté. “Mohammad… el barco “murmuró ella. Salté de la cama con tanta prisa que me golpeé la cabeza con la puerta. Al principio pensé que le había ocurrido algo a mi hijo. Pero no, era mi sobrino lo cual por cierto viene a ser lo mismo. Ahora, todos nosotros, nos hemos quedado sin el barco principal y sin él resulta por completo inútil salir a pescar.

Lo que había ocurrido es que un navío militar de 60 toneladas que viajaba a una velocidad de 80 kilómetros por milla, golpeó mi barco y lo partió por la mitad. Cuando escuché lo que había sucedido mi corazón parecía querer salirse del pecho. Me vestí a toda velocidad y me dirigí al mar. No era capaz de entender lo rápido que podía cambiar la vida; en apenas unos segundos, habíamos perdido el barco… Lo había construido en 1982 cuando todavía los materiales se podían conseguir a un precio no demasiado alto y aún así pague por ellos 45.000 dólares. Tenía 17 metros de eslora y una capacidad de 15-17 toneladas. Y es que un barco ¿saben?, es como un hijo: lo cuidas y lo perfeccionas constantemente: acababa de comprar unos focos nuevos y pagué 100 dólares por cada uno . También un nuevo generador que costó 22.000 dólares. A día de hoy mi barco estaba valorado en unos 100.000 dólares.

El mar no puede ser un lugar de esperanza mientras siga siendo un lugar de pérdidas. Podrás pensar lo que quieras si te digo que hubiera preferido desaparecer yo o que desapareciera uno de mis pecadores antes de que se perdiera mi barco. Pero lo cierto es, la amarga verdad es, que si hubiera desaparecido yo todo el mundo se hubiera prestado a ayudar a mis hijos y a mi mujer y si hubiera sido uno de los pescadores todos hubiéramos colaborado en sacar adelante a su familia. Pero ahora que han hundido el barco somos 27 personas (13 pescadores y sus correspondientes familias) las que no tendremos qué echarnos a la boca.

Esta es la verdad acerca de la ocupación israelí: te matan cuando estas intentando ganarte la vida, te estrangulan cuando intentas respirar y son un obstáculo entre nosotros y la mera subsistencia. Los pescadores palestinos buscaron a mi primo Mohammed durante tres días pero no pudieron encontrar su cuerpo. Creemos que fue herido y se hundió; en cualquier otro caso el cuerpo hubiera terminado saliendo a la superficie. Los israelíes dijeron que el ataque que destrozó nuestro barco fue un accidente debido a las malas condiciones del tiempo, pero ¿cuál podrían ser las posibilidades de un error cuando Israel tiene los mejores equipos tecnológicos, cuando el barco disponía de unos buenos focos que lo hacían perfectamente visible? El barco israelí navegó alrededor de nuestro barco y ellos sabían que había gente allí. Los pescadores de mi otro barco vieron al barco israelí dirigirse directamente hacia Mohammed.

Mohammed tenía apenas 33 años, y era padre de tres niños que a partir de ahora quedarán en la miseria. A su familia les llevó cuatro meses superar el shock de su muerte sobre todo porque no pudieron encontrar su cuerpo y en realidad no tenemos pruebas de que esté muerto.

La zona de pesca impuesta por Israel está entre las 3 y las 6 millas mar adentro y es demasiado pequeña para el elevado número de pecadores de Gaza, lo que nos fuerza a agotar los bancos. A los peces les gusta nadar en aguas tranquilas pero hay un número demasiado grande de pescadores faenando en el mismo caladero. Hace años, íbamos a pescar cada mes a una zona diferente buscando una clase determinada de pescado. Los peces, entonces, eran pacientes conmigo y me dejaban pescarles durante dos meses seguidos antes de trasladarse a un área más tranquila. Sin embargo ahora, no podemos seguir ya a ninguna clase de peces porque la zona permitida es demasiado pequeña. Sin contar, que muchos pescados, a estas alturas, se han extinguido.

En los años 70, pescábamos durante todo el año y llegábamos a pescar entre 20 y 30 toneladas de peces diarias. Pero este año que ya casi ha terminado no hemos llegado ni a una tonelada. Año a año, el número de peces va disminuyendo y, a la misma velocidad, la vida de los pecadores se vuelve más y más difícil.

Yo empecé a pescar en 1954 y allá a donde vaya trabajaré como pescador porque es la única cosa que sé hacer. Como el mar – lleno de pérdidas y de pena pero también de belleza y de paz, nosotros los pescadores no descansaremos nunca.

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