Por Tarneem Hammad, en Gaza. El artículo y el vídeo abajo (El Mar es nuestro refugio, habilita subtítulos) son contribuciones de nuestros colaboradores No Somos Números.

Nos enorgullece presentar una serie de obras de estos jóvenes palestinos que serán publicadas periódicamente.

Soy Rajab KH. Abu Riyala, pescador desde una edad temprana. Estoy enamorado de la pesca y mentiría si dijese que prefiero hacer otro trabajo. El mar es mi talento y si me sacas del mar, como los peces me muero. No es porque venga de una familia de pescadores y la pesca sea muy importante para nosotros, no. Es por el amor a la vida marina y la navegación. He pasado la mitad de mi vida en el mar de Gaza y la otra mitad pagando el precio de la primera mitad.

A la edad de 15 años, yo solía estar mano a mano con mi padre en su barco mientras todavía estudiaba para mis exámenes escolares. Terminé mi último año en la escuela secundaria y me hubiese gustado tener la oportunidad de continuar mis estudios en la universidad. Pero las probabilidades no estaban de mi lado, mi padre se estaba debilitando, así que decidí ayudarlo y seguir mi pasión por la pesca.

La bala tiene mi pecho, mi padre tiene mi espalda

Hora: 6:00 am en el frío invierno de 2005. Distancia de pesca permitida: 12 millas. Mi padre y yo nos dirigíamos al mar de Rafah para nuestra captura matutina, permanecimos dentro del límite de las doce millas náuticas impuesto por Israel, pero de repente un barco israelí se dirigió hacia nosotros.

Soldados israelíes: “Todos los pescadores … Detengan los barcos … Dije que paren los botes o abriré fuego.”

Los pescadores detuvieron sus botes y lo que ocurrió a continuación fue muy humillante, los soldados ordenaron a todos los pescadores que se quitaran la ropa y saltaran al agua, de lo contrario morirían. Después, los llevaron desde el agua al barco israelí con las manos atadas y los ojos vendados para, más tarde, ser sometidos a horas de interrogatorios. Los soldados también se llevaron los barcos de los pescadores y todo lo que había en cubierta. Hacía mucho frío y viento, yo llevaba tres calcetines y un traje de cuero, pero aún así me estaba congelando. Mi padre y yo nos negamos a quitarnos la ropa y saltar al mar y nos negamos a permitir que se llevaran lo que habíamos ganado esa mañana. Nos negamos también a ser tomados como prisioneros en nuestro propio mar.

Tarneem entrevista a Rajab

Soldados israelíes gritando a mi padre: “¡Te ordeno que detengas el barco ahora!” Mi padre siguió moviéndose y el barco militar israelí nos siguió, no por mucho tiempo antes de que nuestros barcos se estrellaran… los barcos se detuvieron … los soldados israelíes abrieron fuego … Me caí al mar. Un minuto y mi padre logró recogerme del agua. Estaba de nuevo en el barco sintiendo un poco de dolor mientras seguía escuchando los disparos de los soldados israelíes. Entonces sentí más dolor y comencé a gritar mientras sostenía mis manos contra mi pecho. Mi padre desgarró mi ropa para encontrar una bala que había golpeado mi pecho … Las palabras nunca serán suficientes para describir la forma en que mi padre se sentía o cómo se encontraba. Todo lo que puedo decir es que se puso furioso y empezó a gritar y tirar piedras desde el barco contra los soldados israelíes mientras seguían disparando. Mi padre vitó el barco de nuevo y el barco israelí nos persiguió durante 5 kilómetros. Sin embargo, no se puede alcanzar a un padre que corre por la vida de su hijo. Mi padre logró llegar a la orilla y me trasladaron al hospital Al-Aqsa en Deir al-Balah, e inmediatamente a la sala de operaciones. Los médicos extrajeron la bala y dijeron que había tenido suerte porque mi lesión en el pecho penetró profundamente, pero falló en perforar el corazón. Creo que tuve suerte porque tengo un hombre muy viejo pero muy valiente protegiéndome, mi padre…mi héroe.

Me recuperé completamente después de dos meses de medicina y tratamiento.

De tal palo tal astilla

Por lo menos hasta la siguiente vez, cuando de nuevo permanecí dentro del límite de las nueve millas náuticas impuestas por Israel con otros tres barcos en el mar Jan Yunis. Un barco naval nos detuvo y ordenó que nos quitáramos la ropa y saltáramos al agua y si no lo hacíamos, sin duda nos dispararían. Un barco siguió las órdenes y era mi turno de hacer lo mismo. Estaba a cargo porque mi padre estaba demasiado enfermo para navegar conmigo. Pero supongo que de tal palo tal astilla. Dije NO. Era imposible para mí sacrificar la captura conseguida con el sudor, el esfuerzo y la fatiga y dejar ir todo en vano, no iba a retornar a casa con las manos vacías. Así que continué navegando y los soldados Israelíes me alcanzaron con su fuego abierto hacia mi barco durante 15 minutos hasta que alcancé el valle de Gaza. Pero de repente, una bala y sólo una llegó a mi rodilla. Apagué la máquina y paré, podía ver la orilla.

Al principio no sentí nada, hasta que vi sangre dentro de mi barco. Me examiné a fondo buscando posibles heridas y la vi allí justo en la rodilla. Apagué la máquina y me detuve. Podía ver la orilla, pero los soldados israelíes fueron a mi barco y me llevaron al suyo. El doctor abordo del barco de la armada ocupante vendó mi pierna y me dio unas pastillas que rechacé tomar, al principio, pero comentó que aliviarían mi dolor hasta que llegásemos a un hospital. Se equivocó porque las pastillas no calmaron nada y seguí gritando todo el camino hasta la ciudad ocupada de Ashdod (42 km).

Finalmente, llegamos a un hospital a las 7:00 de la mañana sin embargo, eligieron dejarme sangrando hasta las 5:00 de la tarde.

No podía aguantar más y empecé a gritar: “si van a deja que me desangre, déjenme volver a Gaza para ser tratado”. Me pusieron una tablilla en la rodilla con la bala dentro, y luego en un jeep me llevaron al paso de Beit Hanoun (Erez). De ahí fui transferido al hospital de Al-Shifa en la ciudad de Gaza. Los doctores me quitaron la bala de la rodilla y fui capaz de recuperarme después de cinco meses de tratamiento. Pero todavía tenía una esquirla dentro y me quejaba cuando dolía. No puedo resistir el dolor en invierno, todavía cojeo cuando llueve.

Perder un ojo pero nunca ser el ojo del enemigo

3 de enero 2017 Distancia de pesca permitida: 6 millas. Diez kilómetros más allá del puerto de Gaza y mi barco estaba lleno de pescado. Estaba abrumado de que mis largas horas de pesca hubieran dado fruto. Era la primera vez que quería salir del mar rápidamente y llegar a tierra para vender lo que había pescado y volver a casa sabiendo que mi día había sido bueno y seguro. Pero desafortunadamente, algunos barcos militares israelíes, pequeños pero rápidos, rodearon mi barco y empezaron a disparar al azar balas de metal revestidas con caucho y balas vivas. Sabía que esto era lo más difícil, le di la espalda a las balas y sentí cuatro balas de goma rozar mi espalda. Era imposible proteger mi cuerpo, estaban disparando como locos. Yo sólo quería proteger mi cara, no quería perder la consciencia. Cogí una caja vacía de pescado y la puse a la derecha en frente de mi cara para evitar cualquier bala. Por alguna razón el barco giró… perdí el equilibrio, la caja se movió…me caí con una bala en mi ojo derecho.

Dos días después, me desperté en un hospital israelí preguntando por mi ojo. Lo que entendí fue que el hueso bajo mi ojo se había roto, que mi retina estaba destruída y mis senos paranasales estaban también dañados. No me importaba todo eso, sólo quería saber si sería capaz de ver después y quitar la gasa. La vista es todo para mí.

Quería llamar a mis padres, quería llorar un océano de lágrimas de mí único ojo bueno. Siete días pidiendo que alguien me dejase llamar a mis padres pero nunca se me permitió. Me sentí tan solo y débil. Tras el séptimo día, los soldados israelíes me transfirieron al paso de Beit Hanoun. Y allí, el gobierno de Hamas me forzó a permanecer la noche entera investigando sobre lo sucedido. (Este era el procedimiento normal ya que Israel somete a los pescadores a interrogatorios tratando de forzarlos a dar información sobre la resistencia en la franja de Gaza o incluso peor, a convertirse en espías.)

Tengo un deseo

Devuélvanme mi barco: no es sólo un barco para mí. Es toda mi vida. Pasé tres años construyéndolo pieza por pieza. Compré la fibra de vidrio y lo hice con mis dos manos. Era muy rápido y fuerte. Lo hice para que durara para siempre, incluso mi mujer vendió su joyería para terminar de construirlo, de manera que podríamos vivir felizmente después. Mi sueño me costó 12.000$ y lo conseguí, pero la Ocupación Israelí me lo robó. Es un sueño para mi ahora. Sin mi barco, no trabajo más. Estos días, No soy capaz de permitirme la renta del apartamento pero el propietario está siendo paciente conmigo. Tengo 30 años ahora y tres niños, el cuarto está en camino. Amo a mis hijos mucho y estoy dispuesto a volver al mar una y otra vez para dibujar una sonrisa en sus caras. Sólo devuélvanme la vida…devuélvanme mi barco.

Rajab no ve con su ojo derecho. Se le puede ayudar a tanto a él como a otros pescadores apoyando el proyecto de la Coalición de la Flotilla de la Libertad: Solidaridad con la Flota Pesquera de Gaza.

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